Cuando pensamos en una inauguración lo primero que nos viene a la mente es un grupo de personas reunidas para cortar un listón y brindar por el éxito del establecimiento. A los que les vino a la mente música a todo volumen y una botarga bailando, les sugiero que se cultiven un poco más, porque con esas ideas no van a llegar muy lejos.
Al igual que muchas de las tradiciones que tenemos hoy en día, el origen de la costumbre de cortar el listón no es muy claro, aunque gran parte de los historiadores rastrean sus orígenes a las ceremonias matrimoniales de Europa.
Hace algunos cientos de años las parejas francesas cortaban una serie de listones que se encontraban entre la casa de la novia y la Iglesia. Estos listones simbolizaban los obstáculos que la pareja había superado y tendría por superar durante toda su vida.
En Italia, la novia cortaba, junto con su padre, un listón que se colocaba en la salida de su casa. Esto simbolizaba el dejar atrás su vida de niña para formar una nueva familia al lado de su esposo.
Los ingleses consideraban los listones como símbolo de unidad o ataduras, se cortaban listones cuando siervos eran emancipados, las mujeres se liberaban de una mala relación y cuando un padre entregaba a su hija en matrimonio.
Simbólicamente la tradición de cortar un listón pasó de emprender una nueva vida al inicio de un nuevo negocio, en el que de manera similar, se tienen nuevos retos y obstáculos que superar y sueños que cumplir.
El primer registro que se tiene de una inauguración con corte de listón es el que se llevó a cabo en 1898, para la apertura de una línea de ferrocarril en el norte de Louisiana, Estados Unidos. De ahí se popularizó a gran parte del mundo y hoy en día no es raro ver una inauguración en donde alguna “celebridad” o político corta el listón de un nuevo negocio.
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